ALEJANDRO PÉREZ LUGÍN
compostela

1926. Notas a la muerte de Lugín.

23 de abril de 2009

En la literatura existe un género que se centra en describir los escenarios dentro de los cuales el autor maneja sus títeres. Algunos de los títulos evidencian la intención del literato de turno cual es el de Teatro Crítico, La Corte de..., otras veces toman el nombre de memorandos que a pesar de tener una intención seria hoy parece que relatan una fabula histórica. Esto es, es, es el costumbrismo que como estilo ya es una narración escenarial, y en particular un despropósito cual La Colmena del excesivo Camilo José Cela.
Nunca fue necesario que la accesión a este género se hiciera desde el punto de vista jocoserio o el dramático. Entendiendo el vocablo dramático en su verdadera acepción de vivaz. Pues este estilo, ¿subestilo?, admite muchos sastres, componendas, zurcidos y la pasamanería que se precise y que va desde el ¡oe tú! hasta la mismísima cara de porcelana de pitipá de Sarita Montiel cantando ¡Cómpreme usted este ramito!

Valga lo que sigue como una sesgada acotación a lo que ocurrió y pasaba cuando don Alejandro Pérez Lugín, cual partícipe de la sociedad occidental, agonizaba en una esquina de la hermosa Europa. En la bella, límpida y soleada y umbrosa ría de El Burgo-Culleredo-Coruña; al pleno de las sabrosas almejas y los japoneses, los manzanos, las primeras claudias y los cerezos tardíos. Con la ventana abierta al sol mareiro del final de agosto, y la brisa que abanicaba su enfebrecido cuerpo y su cara sudorosa.

La Quinta de Placer que Lugin había tomado para estar cerca de los Linates Rivas permanecía en silencio, umbría y rumorosa porque se mentenía la penumbra para que los ojos de nuestro amigo no sufrieran y sólo se oía el rumor de las zapatillas de orillo y la educada tos del doctor Baldomero Sánchez que de cuando en vez reclamaba un té para el enfermo agonizante; cual hizo Pulleiro en la jornada de la enferma de la Purísima.

Pues bien. Pues mal. El mundo seguía su pulso.

Desde los periódicos, advertidos de la gravedad que sufría nuestro admirado don Alejandro, se le tachaba de "ilustre amigo" y "fraternal camarada" y "hombre caballeroso".

Manuel Casás que con Alejandro Barreiro recogería sus últimas palabras presidía un congreso de farmacéuticos en Coruña. El presidente provincial era López-Abente pariente de don Eduardo Pondal. En aquella jornada los congresistas visitan Santiago y la casa que habitó R. Carracido y que posiblemente inspiró la novela La muceta roja; depositando un ramo de flores sobre la tumba de Rosalía de Castro, prima de Pérez Lugín; y visitando la tumba del finado doctor Casares.

El decano de la Facultad era el amigo de Lugín don Antonio Eleizegui López, que pertenecía a la Adoración Nocturna fundada por don Luis de Trelles, y que acompañará a don Alejandro a su última morada en la comitiva que presidida por el alcalde coruñés don Manuel Casás partirá a los pocos días desde El Burgo al cementerio de Coruña.(1)

Pero mientras tanto la vida seguía.

Y centrándonos en la reunión de los congresistas, boticarios, y en los personajes que son tangentes a La Casa de la Troya recordaré que estos fueron recibidos en el paraninfo por una de las últimas glorias de la época de los troyanos, por el Rector Blanco Rivero y por el viejo profesor Piderma que actuó bajo la influencia de la novela de Lugín, muy afectuoso con sus antiguos alumnos y recordando las trouladas que aquellos hacían cuando jóvenes: en el Paseo de la Alameda, en los Paseos del Preguntoiro y bajo los soportales de la Rúa del Villar, en los bailes del Casino, de la Asociación Mercantil, del Café Español y el Suizo; y a la racha-racha en el baile del candil de la Rúa del Villar y del barrio de San Pedro.

Mientras que Lugín moría los excursionistas se paseaban sin saberlo por los lugares que nuestro autor tanto amó y disfrutó; y en donde escribió gran parte de la novela La Casa de la Troya; en la compañía de sus grandes amigos Filomena Dato Muruais, don Juan Dato Muruais que era médico retirado por razones de salud, el doctor Posse, el actor y escritor don Tomás Borrás, el capitalista don Toribio Pollán, Lugris Freire y el pintor Llorens; además de Miñobre, La Toña, Mascomías, Panchón, las catalinas y los "navejantes". Pues el Congreso de acuerdo con la Comisión de Fiestas de Sada, invitando al presidente de la Diputación y a la Comisión Permanente, programó una excursión a aquella villa pesquera, hoy destruida por culpa de unos pillos alleos, y una comida en la Terraza; que curiosamente venía a sustituir el antiguo Café Suizo de la villa. La excursión se hizo en dos tranvías alquilados en exclusividad que partiendo de la Puerta de Santiago de Coruña llegaron al cabo de unas horas, los pasajeros y sus mujeres felices y bastante contentos, a la villa mariñana; que en aquel tiempo era un inmenso playazo y nunca costa abrupta; pues Sada es orilla y comaro de roca, que no costa.

Antes de despedirme y finalizar estas notas sobre Lugín reitero que la belleza de Sada hasta hace unos años era tan espléndida que la condesa de Pardo Bazán alquilaba para sus amigos, el poeta Ferrari y el gran pintor Alonso de Beruete unas casitas de veraneo al borde de la playa. Casi entremetidas en la ría pues el camino ya era la arena y la parra y la huerta y los árboles crecían, bajo el sol, asentados a su vera.

En fin Lugin se moría mientras que el niño Cerecedo, amigo de don Alejandro, que ya amosaba su preclara inteligencia según el Archivo Historico de las Universidades de Madrid y Santiago, y que es el primero y verdadero impulsor de la EDICION RICA Y MAYOR que pronto saldrá a la venta, comenzaba sus estudios de medicina que lo conduciría a presidir la tuna y a terminar destinado en Santiago donde había nacido su hermana Julia y donde tuvo su hijo mayor, Miguel, que fue bautizado en Maria Salomé.

Que Dios los tenga a todos en su seno…. Donde, ¡deixa que xa! que supongo que entre canción y canción platicarán y platicarán sobre las rúas y las rúas, el coto de Santa Susana y aquella que fue la edad de oro de la Villa Jacobea y la Universidad Compostelana.

Javier de Membiela Salgado
Xabier Balboaocaranza


(1). Según me aporta el investigador Santacolomba, Hay una multitud de Eleizeguis santiagueses cuyas edades rondan la de don Alejandro; que Camiño do Faro recoge en sus fichas y que por lo que es sabido pertenecían a la generación de nuestro escritor. 
 

* Fotografía de don Lucindo Javier de Membiela caminando por la plaza del Obradoiro en su estapa de joven estudiante en Santiago de Compostela, año 1968.

Foto
La Casa de la Troya The House of Troy La Maison de la Rue de Troie La Casa de la Troya Edición Centenario
OBRA PREMIADA POR LA REAL ACADEMIA DE LA
LENGUA ESPAÑOLA
Edición de Lucindo-Javier Membiela
Ilustraciones de Cristina Figueroa

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