Fue una de las familias suizas que llegadas a España establecieron el negocio del Café con una poética diferente a la que corría por el común del país.
Los Mengotti, industriales de diversos ramos, fueron los impulsores del apelativo Suizo o Suiza en Compostela, tanto para los productos de dulcería de su obrador como por la forma de atender a su clientela.
Para el público español, la tierra de donde provenían era maravillosa, mágica, gracias al romántico Guillermo Tell, a la ópera de este nombre, a las odas, a Hoffman y a la abundancia de grabados que mostraban aquellos bellos paisajes y sus vigorosos y bien alimentados habitantes. Conozco algunos de sus descendientes y aún y al paso de varias generaciones su físico sigue siendo más centroeuropeo que latino.
Antonio Mengotti y compañía inauguró, en la Rúa de Huérfanas n.º 24, un restaurante de prosapia; por el que tanto habían suspirado las fuerzas vivas de Santiago. Allí se podía invitar, a plena confianza, a los visitantes ilustres pues su ambiente era muy diferente al de las casas de comidas que describe Larra. En la carta figuraban los «Principios», por los que suspiraba todo comensal, y un menú bastante arreglado. Los «Principios» es un misterioso término que recorre gran parte de la literatura del XIX. El lector actual está abocado a suponer que sería un entrante o tapa. Nada más lejos de la realidad. Suponiendo un día no feriado, en el restaurante de Huérfanas de los Mengotti se servía un menú común, sin extras, que consistía en… Principios (a base de huevos o pescado) y después Cocido.
Esta familia suiza trajo consigo la mode del restaurante parisién y al pronto educó a los camareros, vistió las mesas, sofisticó la cocina y amplió la carta y la variedad de vinos.
En los años 1893-1894, los legajos del Archivo Histórico de la Universidad los hacen aparecer, en la misma calle de Huérfanas como propietarios capitalistas, de «una gran fonda y café abiertos al público elegante [...]».
La costumbre de los cafés suizos que se comenzaron a abrir en Granada y en Cádiz, se había extendido a casi todos los fondeaderos de la península y al gran puerto seco que se llama Madrid.
A Bilbao llegó con los Matossi y Franconi. Su especialidad era la bollería de leche, el panecillo de Viena con una chocolatina en medio que todavía degustaron las niñas-mujeres que hoy comienzan a ser abuelas; y la media o la tostada entera, de la parte de arriba o de la parte de abajo, con manteca o sin ella.
En un apartado, sólo para damas, se les servía chocolate y cremas.
El Café Suizo y su pastelería tuvo un éxito fulminante en todas las ciudades de la faja cantábrica y posteriormente en toda España.
En fin, los parientes del lugar de Poschiavo en el Cantón de los Grisones, unos por otros, comenzaron su gran marcha hacia España hasta constituir una colonia que manejaba 53 cafés suizos; según la investigación de mi admirado maestro don Antonio Bonet Correa, que recoge el profesor don Andrés Amorós.
En los legajos, libros de ficción, guías, crónicas y reclamos de los periódicos de época, hojas volantes y zarandajas hay una abundante información; pero desde aquí vaya mi recuerdo al librero Couceiro de Santiago que en un solo día me surtió de seis guías de ciudades diversas que vinieron a completar las que en abundancia poseo y las que manejé en la Biblioteca de Cataluña. En su honor y en el de todos los libreros de nuevo y de lance recuerdo una muy restaurada guía de Cádiz y otra de Málaga que en sus anuncios contienen una información que hace parónimos a los cafés suizos de Andalucía, Compostela, Pontevedra y la nunca olvidada Sada.
→ CAFÉ SUIZO; HOTEL SUIZO; PENSIÓN SUIZA.
Lucindo-Javier Membiela
*Extraído del glosario a la Edición Mayor de La Casa de la Troya, de próxima publicación.
*Estampa del edificio Casa-Recreo situado en la Rúa Nueva y en el que se hallaba uno de los cafés suizos que había en la Compostela de finales del XIX.