En lo que sigue he tenido en cuenta el artículo de Roberto Qumata en El Correo Gallego de 6 de mayo de 2007, que es un homenaje a los tunos, estudiantes, estudiantinos, santiagueses y peregrinos que en algún momento las visitaron para libar su tinto o el blanco servido en tazón y cunca. Pobre Compostela, en lo penúltimo cerraron las tascas: O Tranquilo; Porrón; Sacho, en Santa Isabel; Eulogio; Arsenio y Eugenio, en la Rúa Travesa; Xudío, en el Franco; Buraquiño; Quitapenas; Estradense, en la Rúa de Pitelos; Porcona, en la Algalia de Arriba y la Porcona en la actual plaza de Rosalía de Castro; A Parra y La Esquina, en Camino Nuevo; O Foucellas, en Torrente; La Gobernanta Internacional; Isidoro, en San Lázaro; Alonso, en la Choupana; O Peón; O Tarelo; O Artilleiro, en Vista Alegre; y también A Carola.
Sobreviven: O Candil; Calpe y A Veadense; Xachegou; Entreportas; A Periquilla, Mosquito e O Catro, en la Rúa de San Pedro; Orella, Ourense, Barril, Beiro, Camilo, Gato Negro, Ribadavia del señor Canitrot y O 42 en la calle del Franco.
Algunos de ellos han dejado de ser tascas para amolarse como restaurantes con una brillosa barra, mesitas kitsch con unos capullos de clavel o alhelí y ahora orquídeas, un regente de comedor para los grupos de buen viso, un maître para el público de los ómnibus y un cabecilla para dirigir desde las mesas a la calle a los que piden una ración de calamares y no hacen mayor gasto.
Matías Membiela Pollán
* Fotografía de un bodegón en la callejón del Peso, próximo a Puerta Fajera y a la Rúa de la Senra.