Al salir del teatro o del baile, en Santiago, en Londres y Madrid, en Sevilla, en Coimbra, en Berlín, en Florencia, en Marsella, en Hamburgo, en San Diego, en París, en San Petersburgo, en Vigo, en Ginebra y en Venecia la fiesta continuaba. Los grupos de chicos, de rigurosa etiqueta, entraban en los cafés a desayunar antes de retirarse a descansar. Gerardo y sus amigos remedan el uso yendo a Casa de Blanca mientras que las chicas y las familias de respeto, con más comedimiento, se recogen en sus casas.
Esta popularísima dulcería se asentaba en la rúa del Villar, en la vecindad del Casino de Caballeros.
La filosofía de este glosario nos permitirá volver al personaje Blanca, puesto que en la redacción de esta adenda ha primado la heterodoxia que permite tornar a lo que así convenga en la larga sucesión de escenas de la traza de La Casa de la Troya.
La dulcería Blanca también era conocida como La Dulce Alianza. Era estamental y en los diarios y semanarios de Compostela se anunciaba ofreciendo una gran diversidad de artículos de confitería y pastelería, quesos de Flandes, sidra La Pidra, manteca, un servicio esmerado y un salón bien elegante donde las señoras y sus pollitas podían degustar los ricos bombones de crema pastelera.
Hoy, Blanca ha desaparecido pero con gran acierto se ha reinaugurado la prestigiosa y frecuentada Confitería Mora bajo el apelativo de una de los descendientes de sus antiguos dueños, Mercedes Mora. Esta confitería, que era muy apreciada, a finales del tercer tercio del siglo XX era manejada por un caballero que marcaba el ritmo y un educadísimo tono cual si fuera el antiguo Blanca.
Lucindo-Javier Membiela
*Imagen de la Rúa del Villar, donde en su número 33 se hallaba La Dulce Alianza.