ALEJANDRO PÉREZ LUGÍN
compostela

GERARDO ABOLLO

8 de junio de 2023

Troyano.

Comerciante en corbatas.

De estatura media y algo fornido, parece ser que era muy pavero; muy volandero.

Trabajó en la tienda El Buen Gusto, plaza del Toral, 2, de don Antonio Pérez, padre de Lugín, y se hizo con este comercio cuando el dueño falleció. Pasado el tiempo fue traspasado a la conocida y respetable familia Riande, según el relato oral que me hizo el pater-familiae que estaba a su frente y que falleció en el año 2007. 

Abollo, a su libre ingenio inventó un paraguas indestructible, al que bautizó con el nombre Olloba que es el apellido Abollo escrito al revés.

En lo que Lugín relata en su novela "La Casa de la Troya", don Gerardo Abollo tenía un bazar de ropa en el que se ofertaba todo tipo de vestidos: «[...] establecimiento de modas [...] de complementos y de calzado [...]». Este Abollo aparece cuando los tunantes hacen una de sus salidas nocturnas y uno de los amigos habla de su persona: «[...] es un punto de primera para las juergas campestres, marítimas y ciudadanas», o también cuando se visten deprisa-deprisa para asistir al baile y a la boda de Carmiña y Gerardo: «—Es que te me compré ayer éstas [botines marrones] en casa de Abollo [...]», y cuando el autor escribe: «[...] la corbata [...] me costó seis pesetas en casa de Abollo».

El grande Abollo superaba, sin prevención alguna, la locuacidad de Augusto Armero. Dice don Alejandro: «—Yo he oído asegurar en el comercio de Gerardo Abollo, quien, como sabéis, está enterado de todo cuanto ha sucedido, sucede y va a suceder en Santiago, que esta noche [...]».  

La familia Abollo estaba avecindada en Santiago. Válganos para apreciarlo la dedicación de don José Abollo que era el propietario de una tienda de aceite y vinagre que se asentaba en la Cuesta Nueva, 25; la de don Manuel Abollo, que también poseía un negocio familiar de aceite, vinagre y jabón en la Rúa Traviesa; y el almacén de hierros de don Vicente Abollo. Y en lo muy reciente las últimas esquelas funerarias de El Correo Gallego, en las que se da cuenta de la desaparición de los compostelanos que portan este apellido.

Unas décadas atrás el oficio de aceitero se otorgaba por subasta. Éste tenía la obligación de surtir al vecindario y su comercio estaba protegido, estancado a su favor. El aceite provenía de Andalucía y en lo más inmediato de algunas comarcas de Galicia donde también hay olivos. El cultivo tuvo la suficiente relevancia como para que en Pontevedra se editara un libro en el que se explicaban las técnicas que conducían a obtener este jugo, con baja acidez; cuestión imposible de lograr dada la calidad del suelo gallego. En la pensión santiaguesa de doña Generosa Carollo se cocinaba con grasa de cerdo o de vaca, licuada y tan moldeable como la cera cuando se enfría o le afecta la humedad de Compostela o el frío de Orense o de Lugo.

Entre la generación que hoy se ha ido despidiendo, el doctor Matías Pollán de la Facultad de Medicina de Santiago de Compostela, años 1941-1946, recordaba alguna amable pensión en la que los estudiantes se levantaron en motín para obligar a su patrona a cocinar con aceite-aceite.

Para aquellas patronas el esfuerzo económico era mayor que el físico porque los ambulantes del peor (aceite) lo transportaban en una mula que cargaba dos olas y lo expendían en la misma puerta.

A finales del XIX los comerciantes del casco antiguo y la óptica, textil, fotografía, mueblería y bazar pertenecían al estrato acomodado de la sociedad, a la élite de su propio estamento de negociantes. Eran muy airosos porque manejaban moneda, una bolsa sona, en un ambiente en que el real, la blanca o dos pesetas de plata, y el duro o cinco pesetas de plata, eran bienes escasos.

En fin, Gerardo Abollo, amigo de Alejandro Pérez Lugín, fue uno de los que inspiraron el nombre que porta el protagonista de La Casa de la Troya, Gerardo Roquer.

 

Lucindo-Javier Membiela y Matías Membiela-Pollán

* Plaza del Toral, esquina con la Rúa del Villar, donde se encuentra el establecimiento Riande. La familia Riande tomó el testigo de la tienda de Gerardo Abollo, quien a su vez relevó al padre del periodista y escritor Alejandro Pérez Lugín.

Foto
La Casa de la Troya The House of Troy La Maison de la Rue de Troie La Casa de la Troya Edición Centenario
OBRA PREMIADA POR LA REAL ACADEMIA DE LA
LENGUA ESPAÑOLA
Edición de Lucindo-Javier Membiela
Ilustraciones de Cristina Figueroa

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